Dando vueltas por PsicoFxp me encuentro con un post bastante interesante. Es un listado de los mejores discos del año 2006, en el mismo se deja en claro que la lista es subjetiva, necesariamente incompleta, propensa a dejar a más de uno disconforme y sin ningún orden particular.

La lista es la siguiente:

The Killers – “Sam’s Town”

La banda de Las Vegas no le temió al ridículo y nos entregó doce de las canciones más memorables de 2006. Para su segundo trabajo de estudio, The Killers podrían haber apostado a lo seguro y repetir la fórmula ochentosa que tan buenos réditos le dio en “Hot Fuss” (2004). Sin embargo, decidieron subir la apuesta y pusieron toda la carne al asador. El resultado es este disco exagerado, grandilocuente y pomposo, pero increíblemente encantador.

Las ideas fluyen en todas las direcciones, se acumulan, chocan, se multiplican y superponen. Brandon Flowers deforma su voz hasta hacerla irreconocible, los coros suenan como salidos de una iglesia, las guitarras son estridentes, los cambios de ritmo se suceden. Cada canción es una montaña rusa sonora, un viaje a 1.000 kilómetros por hora.

Podría haber sido un fiasco, pero salió un disco excelente. Podría haber sido el final de su carrera, pero los catapultó a otro nivel. «Esperamos que hayan disfrutado de su estadía», dicen las estrofas finales de «Exitlude». Sin dudas que lo hicimos.

Razorlight – «Razorlight»

“Anoche fue tan divertido, pero ahora tus sábanas están sucias” canta el bocón de Johhny Borrell en “In the morning”, la canción que abre el segundo trabajo de la banda anglo-sueca. Pero el título es engañoso: “Razorlight” está lejos de ser el disco “de la mañana siguiente” que muchos grupos suelen editar luego de una temporada de descontrol. Borrell y compañía parecen seguir pasándola a lo grande, y el resultado se nota en este confiado y relajado segundo trabajo. “¿Quién necesita el amor? Yo no, porque tengo la mente en otras cosas”, suben la apuesta en “Who needs love?”. Y esa es la temática de casi todo el resto del álbum: juventud, despreocupación y vida nocturna.

“Razorlight” es un trabajo más cohesivo y regular que el debut “Up All Night” (2004). Con un poco menos de guitarra y algo más de piano, y de la mano de una producción austera que apuesta a la simpleza, la banda pasó la difícil prueba del segundo disco.

Red Hot Chili Peppers – “Stadium Arcadium”

Dos discos. 28 canciones. Más de dos horas de música. Todo es gigante en el glorioso regreso de los Peppers tras cuatro años de silencio. Si “By The Way” (2002) los mostraba algo cansados tras el éxito global de “Californication” (1999), “Stadium Arcadium” los devuelve al Olimpo del rock mundial.

Según Anthony Kiedis, la idea original era editar tres discos con seis meses de separación entre sí, pero la obra terminó condensada en el primer álbum doble de la banda californiana. Y la decisión parece correcta: desde la apertura con “Dani California” (que viene a cerrar una trilogía que incluye los hits previos “Californication” y “By The Way”), hasta el cierre con “Death of a Martian” (dedicada al fallecido perro de Flea), “Stadium Arcadium” fluye como una obra de gran cohesión. Una vez más, Frusciante y Flea son el motor del cuarteto, y hasta se dan el lujo de contar con la colaboración del desaparecido Billy Preston (“Warlocks”).

Dirty Pretty Things – “Waterloo To Anywhere



Luego de la separación de The Libertines, y como era de esperarse, el primero de sus integrantes en volver a las primeras planas fue el cantante Pete Doherty: sus archipromocionados escándalos (incluyendo un tormentoso affaire con Kate Moss) ocuparon más páginas en los tabloides que el disco debut de su nueva banda, Babyshambles. Paradójicamente, sería el tranquilo Carl Barat quien se ocuparía de grabar un álbum a la altura de la pequeña leyenda en que su banda anterior se había convertido. Así nació Dirty Pretty Things, banda en la que el guitarrista y el ex baterista (Gary Powell) de los Libertines demuestran que su capacidad de crear pequeñas joyas pop en embase punk sigue intacta.

Porque mientras que Pete intentó distanciarse de la banda que le dio fama, tal vez para ser tomado como un artista serio, Carl se concentró en las canciones. Y lo bien que hizo: “Waterloo To Anywhere” es un disco simple, directo, con pequeños himnos resumidos en canciones de tres minutos que suenan tan frescas y geniales como los mejores momentos de The Libertines.

Thom Yorke – The Eraser



“No quiero escuchar la basura sobre que soy un traidor o que nos vamos a separar, blah, blah, blah… esto fue hecho con su consentimiento y no quiero escuchar la palabra ‘solista’. No suena bien”. De antemano, el líder de Radiohead quiso aclarar cualquier malentendido: su debut solista (¿se enojará si lo llamamos así?) sólo surge ante una necesidad personal de editar canciones y no significa el fin de la banda.

De hecho, “The Eraser” suena más a un “Kid A” que una ruptura con el pasado. Más aún, Yorke decidió recurrir, una vez más, a los servicios de ese genio del estudio que es Nigel Godrich y entregar un disco que, al igual que el revolucionario álbum de Radiohead editado en 2000, está repleto de climas, atmósferas y paisajes de desoladora belleza y dejos de paranoia.

Morrissey – Ringleader Of The Tormentors


Habrá que aceptarlo: Morrissey está enamorado. Sí, el mismo hombre que se hizo famoso por frases como “todos los días son silenciosos y grises”, ahora canta, más feliz que nunca, cosas como “estoy viviendo más tiempo del que había planeado, algo debe haber salido bien”. Algo (o más bien alguien) de la Roma que el ex Smiths adoptó como nuevo hogar deben haber propiciado este cambio.

Así, “Ringleader of the tormentors” es un disco sobre la muerte y el renacimiento de un hombre a partir del descubrimiento del amor. A lo largo de las 12 canciones que lo conforman hay numerosas alusiones a la Parca, pero no se refieren a ella en un sentido literal y físico, sino a la muerte entendida como la desaparición de una forma anterior de existencia y el surgimiento de una nueva.

Este álbum nos ofrece al Morrissey más confiado en años. Nunca había sonado tan optimista, tan seguro de sí mismo como ahora. Su voz logra niveles expresivos nunca antes alcanzados (“I’ll Never Be Anybody’s Hero Now”), acompañado por una banda que funciona como una maquinaria aceitada (“I Just Want To See The Boy Happy”). Como si esto fuera poco, la épica “Life Is A Pigsty” es uno de los himnos de 2006.

Muse – “Black Holes And Revelations”

Según el cantante Matthew Bellamy, los “agujeros negros y revelaciones” representan dos formas de componer: mientras que las revelaciones surgen a partir de hechos corrientes de la vida cotidiana, los agujeros negros provienen de regiones desconocidas de la imaginación.

A ambas cosas se dedicó este notable trío británico en su cuarta producción de estudio: desde la poderosa “Map Of The Problematique” hasta la melosa “Invincible”, pasando por la sensual “Supermassive Black Hole” y la joya pop de “Starlight”, Muse nos entrega en este disco la colección de canciones más completa de su carrera.

Todos los elementos de la fórmula Muse están aquí: la fascinación con Marte y Cydonia (sobre todo en la monumental “Knights Of Cydonia”, el himno que cierra el disco), la crítica política y las alusiones bíblicas, en un trabajo algo más accesible y liviano que sus predecesores.

Bob Dylan – “Modern Times”

Dylan puede ser descrito en números (más de 30 discos de estudio, más de 4 décadas de actividad, incontables millones de álbumes vendidos), en sustantivos (cantante, compositor, poeta) o en adjetivos (genio, ícono, para quedarnos sólo con un par). Pero la mejor opción de todas es dejar que la música hable por sí sola: escuchar a Dylan es una experiencia surrealista, que no puede ser expresada en palabras y que no sabe del paso del tiempo.

En 1997, el magistral “Time Out Of Mind” fue catalogado como el “regreso” del viejo Bob. Lo mismo dijeron en 2001 con la aparición de “Love And Theft”. Por alguna razón, la crítica se empecina en catalogar cada trabajo del poeta de Minnesota como un “regreso”, y lo mismo dirán de “Modern Times”. Pero todos caen en el mismo error: el señor Zimmerman no regresó, por la sencilla razón de que nunca se fue.

Artic Monkeys – “Whatever People Says That I Am, That’s What I’m Not”

Cuatro chicos de Sheffield graban su primer disco y se convierten en el fenómeno musical más importante de Inglaterra. La historia, que parece sacada de un cuento de hadas, ocurrió realmente: apoyados por un puñado de buenas canciones a medio camino entre el indie y el post-punk (y, por qué no decirlo, con el aporte incondicional de la influyente revista NME), los Artic Monkeys sacudieron la escena británica a fines de 2005 y se consolidaron como la banda revelación de 2006.

El carismático Alex Turner se levanta como estandarte de la clase trabajadora británica y le pone su voz inconfundible a 13 canciones plagadas de realismo social, que cuentan historias urbanas de romance (“View From The Afternoon”), prostitución (“When The Sun Goes Down”) y noches de juerga (“Dancing Shoes”). Todo ello en medio de constantes referencias retro (citas a “Rio”, de Duran Duran, “Roxanne” de The Police… sin olvidar la mención de ciertos robots de 1984) y toques del característico humor inglés.

Jarvis Cocker – “Jarvis”

Dicen que a la distancia se ven mejor las cosas, y eso es precisamente lo que hizo el ex cantante de Pulp: armó las valijas y se mudó con su familia a Francia. Desde allí, se dedicó a mirar a Inglaterra, y lo que vio no le agradó demasiado. “Al igual que el Imperio Romano desapareció, nosotros estamos yendo en la misma dirección”, canta en “From A To I”, mientras que “Cunts Are Still Running The World” –una de las mejores canciones del año- es una furiosa declaración de principios. Compuesta durante los eventos del Live 8, “Running The World” (la prensa inglesa recortó su título por pudor) ataca despiadadamente a la dirigencia política mundial y a la pasividad de las clases oprimidas.

Sin embargo, los fans de Pulp no deben desanimarse: Jarvis se guarda algunos homenajes a su ex banda, sobre todo en “Don’t Let Him Waste Your Time” (“podés dejar que te bese ahí donde no brilla el sol”, sugiere en su habitual tono travieso) y “Tonight” (“consumamos algunas drogas y tengamos algo de sexo”, propone). Dignísimo regreso de una de las voces más sugestivas del rock inglés.Tool – 10,000 days

Chiste facil el decir que 10,000 dias parece que pasaron desde Lateralus (2001) para que la Herramienta sacara un nuevo album. Asi y todo, 5 años despues, la Herramienta golpea de nuevo en la cara. Amado y odiado, un nuevo disco más variado, alejado un poco de lo conceptual, esquivo de la linea de Lateralus, más un espiral fusionador de su sonido anterior que una nueva orientacion; pero es propio del espiral aparentar andar en circulos cuando en realidad lo que hace es ascender.

Una de las voces más personales y con el lujo de experimentar, una guitarra que le debe a Fripp, uno de los mejores bateristas de los ultimos tiempos, y un bajista de primera linea, dandole un lugar a su instrumento que otras bandas no se atreven a darle. No se confundan, en esta banda hay 4 integrantes, 4 pilares, 4 angulos, y Tool termina siendo el equilibrio perfecto entre ellos

Lateralus era un manual para la trascendencia, un canto a las posibilidades; 10,000 days es en palabras de la banda, su album de «blues», una mirada llena de desconfianza, un espejo lluvioso, catarsis. «Necesito ver las cosas morir, desde una distancia segura», canta Maynard en el tema «Vicarious», denunciando el voyeurismo CNN-iano de nuestros dias. «¿Quien sos vos para apuntar con el dedo?» le grita probablemente a los propios Estados Unidos en «The pot». La musica acompaña, saltando, oprimiendo, y finamente soltando el abrazo, permitiendo el fluir de las emociones.

Tampoco se puede dejar afuera a:

Pearl Jam – Pearl Jam

John Mayer – Continuum

The Raconteurs – Broken Boy Soldiers


The Decemberists – The Crane Wife


Phoenix – It’s Never Been Like That

Y sumo dos recopilaciones:

Una el acustico de los Foo Fighters – Skin And Bones

Y el Love de los Beatles, lleno de esos mashups que hacen que las viejas versiones se conviertan en nuevas.